Numerosas ayudas ofrecen a los "Gamines" de Bogotá
El Tiempo. 04 de Julio de 1962
Las publicaciones de la prensa sobre la manifestacion que en la tarde del lunes llevaron a cabo los gamines de Bogotá para solicitar públicamente la protección y el amparo a que, como colombianos, tienen derecho, y sobre cuyas intimidades de organización ya informó este diario, dieron oportunidad a que en el curso del dia de ayer numerosas personas hicieran llamadas telefónicas a este diario, ofreciendo su colaboración generosa para ayudar a los rapazuelos vagos.
Algunos industriales, propietarios de talleres, almacenes, etc
se ofrecieron a dar trabajo y albergue a algunos de los muchachos que hicieron parte de la manifestación del lunes. Pero, al
mismo tiempo, expresaron sus temores de que pudieran ser mal
correspundidos por los muchachos, acostumbrados a la práctica
de pilatunas propias de su edad
y sobre todo del ambiente de absoluto libertinaje en que se han
formado.
Por su parte, el director de
Asistencia Social del Distrito, doctor Alvaro López Pardo, recibió
en su despacho, enviados por EL
TIEMPO, a varios de los chicos
que en nuestra redacción habían
manifestado sus deseos de trabajar y de ingresar a una institución
que les brindara educación, trabajo y techo. Pero, infortunadamente, ya en el despacho del funcionario, los chicos se arrepintieron de sus buenos deseos y fueron dejados en libertad.
LO OCURRIDO
Un grupo, de cinco rapazuelos Antonio Velasquez, Jaime Rodriguez, Luis Augusto, José Abelardo Isaza y Benjamin Zabala, cuya edad fluctúa entre los 11 y los
13 años, se hizo presente en la tarde en nuestra redacción. Este grupo de muchachos formó parte de la "manifestación" que se llevó a cabo antier por las calles de la ciudad y sobre la cual se informó oportunamente.
Los muchachos expresaron de
nuevo sus deseos de trabajar, o
de aprender, algun oficio que les
asegure su dlarlo sustento ya posible ayuda para sus padres, inmediatamente, uno de nuestros redactores se puso en contacto con
el doctor Alvaro López Pardo
rector de asistencia social del Distrito quien explicó los deseos de
los rapazuelos.
El Doctor López
Pardo, con la diligencia que lo caracteriza prestó oídos a la solicitud
pidió que los muchachos fueran
llevados a su oficina y se dispuso a prestar al asunto toda la atención que fuera necesaria.
El redactor y uno de los reporteros gráficos llevaron a los cinco
gamines al despacho del doctor López Pardo. Allí, resultó que de los cinco paraces, cuatro ya conocían al funcionario, sencillamente porque estos muchachos habían estado ya en instituciones oficiales y privadas de protección infantil, de donde, como ocurre permanentemente se habían "volado" como ellos mismos lo confesaron al doctor López Pardo.
NINGUNO ACEPTÓ
El director de asistencia social explicó que a los muchachos que los enviaría primeramente al Instituto de Higiene Mental, para que fueran sometidos a los exámenes correspondientes. Y que luego, sgún los resultados de tales exámenes, serían remitidos a los centros oficiales de rehabilitación y aprendizaje.
Inmediatamente, los rostors de los rapaces se ensombrecieron. Se les privaría de su deliciosa libertad de vagar y pedir limosnas /actividad en la cual consiguen un promedio de $10 diarios) y se ses enseñaría a trabajar, a disciplinarse, a convertirse en elementos socialmente útiles. Y esta perspectiva no les agradó en más mínimo.
-Nosotros, -dijo Bengajmín, el más vivo del grupo- no queremos ir a donde haya rejas... Ni donde nos bañen con agua fría a las cinco de la mañana. Eso si que no, doptor [sic] además ya estuvimos donde doña Yolanda y si nos llevan allá no podemos trabajar!
ES MEJOR COMO ESTAMOS
Antonio Velásquez, otro de los muchachos fue interrogado por el doctor López Pardo, y contó que había estado en años anteriores en el Refugio de doña Yolanda Pulecio de Betancourt, en la calle 16. Pero que de allí se había volado a pesar de que tenía cuanto necesitaba y que además les daban cine y les hacían deportes, porque "es mejor como estamos". Aunque cuando no haya cine, deportes ni comida...
A la puerta del edificio de la oficina del doctor López Pardo, se había estacionado una de las camionetas oficiales para conducción de los cinco gamines. Se habían cerrado las puertas y se habían tomado todas las providencias para evitar que los chicos se evaporaran. Pero ya cuando se quiso proceder al "embarque", con la colaboración de varias damas asistentas sociales, se resolvió que el asunto fuera estrictamente voluntario por parte de los rapaces.
El redactor preguntó a cada uno de los muchachos cuál quería ir a uno de los centros docentes del Distrito a aprender a trabajar -según habían manifestado ser sus deseos-, pero ninguno de ellos respondió afirmativamente. Ante tal situación, se resolvió dejarlos en completa libertad.
HABLA LÓPEZ PARDO
Posteriormente, el redactor conversió más a espacio con el doctor López Pardo, sobre el problema -viejísimo de Bogotá-, de los gamines. Dijo el funcionario que como es de todos sabido, el asunto es muy complejo. Y que no debe estimularse el ocio de los muchachos ni la industria que ellos representan, dando limosnas, por parte del público, ya que esta actitud fomenta lo que precisamente trata de combatirse o remediarse.
Las personas que deseen ayudar a los gamines, lo lograrán mejor enviando sus contribuciones a las distintas institucuiones que los rehabilitan y educan, y no entregándoselas en las calles a los propios rapaces, puestos a mendigar por sus mismos padres. Agregó el doctor López Pardo, que este problema es propio de las capitales y grandes ciudades en estado de subdesarrollo. Luego de consultar algunos libros, el director de asistencia social, agregó:
El estudio de 475 casos nuevos investigados en 1961 ha demostrado que, en oposicioón a la idea muy generalizada de que estos niños no tienen padres que puedan velar por ellos, el 35% tienen ambos padres vivos y vivían con ellos, el 19% vivían con la madre solamente, con el padre el 4%, con la madre y el compañero 8.5%, con el padre y compañera 4.5%, el resto vivía con parientes, amigos o solos; de estos únicamente el 9% son huérfanos.
Del análisis social de estas familias se encontró que en algunos casos eran los padres los que estimulaban a los menores a pedir limosna para con ello aumentar las entradas económicas y disponer de mayor cantidad de dinero para consumir licores, etc. y en ninguna forma para mejorar el estado de los niños.
Estos otros casos se observó que el dinero lo percibían adultos inescrupulosos que empleaban menores para implorar la caridad pública. El dinero que reciben los niños pocas veces lo emplean ellos en mejorar su vestuario o su alimentación y es frecuente ver que les sirva para conseguir cigarrillos, acuidir a los cines, ingerir licores y aún para comprar marihuana.
MAGNITUD DEL PROBLEMA
Por los estudios realizados por
el Departamento de Protección y
Asistencia Social del Distrito se
puede calcular que el problema se
reduce en la actualidad a unos
1.000 a 1.200 casos de los cuales se
encuentran algunos en instituciones, otros en sus hogares que se
tienen bajo control de asistentes
sociales, y a los cuales se han enviado los niños después de un trabajo de preparación y reeducación
tratando de solucionar los problemas qua causaron la salida del
menor.
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