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Desplazamiento Forzado: Una reseña de quien llega del campo a la ciudad

Written By Samuel Ortiz on sábado, 13 de diciembre de 2008 | 11:27

Esta historia real, quedó en mi memoria y aunque cuando la conocí estaba como practicante la ayuda que logramos realizar con mis compañeras de la práctica fué muy pequeña, fué significativa y permitió ver cómo algunas instituciones quedan cortas para dar abasto con este terrible drama consecuente del conflicto armado en Colombia.

Conocimos a una familia joven que recién llegaron al municipio de Soacha cuando realizabamos la práctica, él tenía 21 años y ella tenía 14 y entre los dos tenían un hijo de tan solo 4 meses, campesinos del Tolima que llegaron a Soacha en flota gracias a “unos pesos” que al joven le debían y que logró cobrar poco después que llegaran las FARC a sacarlos de la parcela que le había heredado su padre.

Al llegar se encontraron con una ciudad que no era Bogotá ni Ibagué pero tenía smog, tráfico y personas desconfiadas que no hablan con nadie (gracias también a los descarnados timadores que se hacen pasar como población desplazada con el fin de vivir de la mendicidad o para hurtar), ellos llegaron sin nada, conservaban la misma ropa que tenían en el momento de la amenaza, ellos se enteraron de las instituciones que prestaban ayuda por medio de una señora a la cual le pidieron algo de comer.

Cuando se acercaron a la institución lograron hacer su declaración y recibir su AHE*, y la pregunta que se hicieron era ¿y ahora que?, tenían un mercado el cual no tenían donde cocinarlo, es más no tenían donde dejarlo.

En ese momento, la docente a cargo de la práctica (excelente trabajadora social, filantrópica, apasionada y experta en este tema del desplazamiento) logró gestionar una ayuda de albergue suministrada por los funcionarios de la Alcaldía**, como era un día de visitas domiciliarias se decidió que el automóvil podría dejarlos allí.

Cuando llegamos al albergue, una casa de un piso repleta de afiches religiosos que no mostraban más que una fachada filosófica de santidad y respeto, y después de innumerables apretones al timbre y golpes a la puerta salió un sujeto, mitad cura, mitad pastor cristiano, mitad nada. El hombre con cierta desconfianza abre la puerta de apocos y pregunta el motivo de nuestra visita, como si no supiera que su casa es un albegue.

Después del protocolo y la entrega de la carta expedida por los funcionarios de la Alcaldía Municipal, empieza un interrogatorio por parte de este sujeto como si estuviera accediendo a información del CTI, de donde eran desplazados que si tenían malos hábitos que si eran casados (no lo eran entonces imaginaran la expresión del “religioso”), luego de esto les dio la bienvenida y los dejamos allí (con algunas de mis compañeras logramos días antes juntar ropa para bebé y ropa de adulto para ellos, entraron al albergue con ropa, mercado y con el auxilio de alojamiento pendiente), y se quedaron allí instalados.

Semanas más tarde se acercaron de nuevo contando una situación descarada y triste, el sujeto administrador del albergue les había exigido la ayuda de alojamiento (100.000 pesos / USD 43), había puesto al muchacho a trabajar para él sin ningun tipo de remuneración, y después para completar el descaro hizo uso del mercado, los encerraba en la casa y poseía las llaves del cuarto donde ellos estaban instalados: una dictadura hogareña… y en un albergue.

Cuando el muchacho expuso este caso ante nosotros de inmediato pasamos el caso ante un funcionario de la institución el cual se limitó a regañar al muchacho argumentando que esta vida no se puede ser “pendejo” porque se la “montan”. Al final, nos enteramos que la Personería logró que ellos salieran de ese albergue y luego se instalaron en un cuarto pagando un arriendo de 100.000, hasta el momento cuentan durante tres meses con la ayuda de alojamiento, ¿y despues?.

* AHE. Ayuda Humanitaria de Emergencia: Un mercado, un kit de cocina, un kit de hábitat (un colchón y 3 frasadas) y ayuda de alojamiento (100.000 pesos = USD 43).
**Se obvia en este artículo el tortuoso proceso para obtener esta ayuda.

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